La cuña de radio

Recuerdo aquella época en la que los locutores de los 80 grabábamos cuñas de radio en algo que hoy no es más que una pieza decorativa en la gran mayoría de estudios de grabación de todo el mundo, me refiero al revox. Sí, por aquella época la grabación de cuñas se hacía a través de cinta de bobina abierta y el revox estaba presente en todas las emisoras de radio de España.

Antes de grabar una cuña, tenías que pasarle un imán eléctrico (muy pesado por cierto) para poder borrar el contenido de una de las cintas que teníamos que utilizar para llevar a cabo la grabación. El borrado jamás era absolutamente nítido, siempre quedaban restos que producían algún ruido en vaivén, apreciable cuando la cinta se reproducía haciendo su paso por el cabezal.

¡Que tiempos aquellos! Entonces no había tantas herramientas como ahora, te las tenías que ingeniar para poder realizar cualquier clase de montaje por sencillo que parezca ahora. El cut, no era un botón de una aplicación informática, era una cuchilla que llevaba incorporado el revox para realizar el corte de la cinta de la forma más precisa posible.

El corte no dependía sólo de la cuchilla, sino de la marca que habías realizado previamente con un lápiz sobre una parte de la cinta para saber donde tenías que realizar el empalme. ¿Suena vintage no?

Un amigo mío se compró uno de esos revox para uso particular, recuerdo cuando fui a su casa, lo vi y me dijo que se había gastado 250.000 de las antiguas pesetas (1.500 euros de los de hoy) en el año 1984. Eso sí era una inversión, pero aquella máquina con la que podías manipular la velocidad de las voces, implementar eco o grabar por pistas (sólo dos) parecía lo más avanzado y difícil de superar por sus prestaciones y resultados.

El trabajo de grabar una cuña publicitaria en los 80 era algo absolutamente artesanal, donde podías destacar por tu ingenio, por tu capacidad creativa, pero los medios limitaban muchas cosas.

Para grabar se lanzaba la pista de música y mientras la bobina del revox daba vueltas, tu a concéntrate en el texto de la cuña, tenía que salir bien sí o sí, de lo contrario te tocaba repetirla entera.

Los dedos de una mano preparados para darle al "record", la otra mano aguantando el folio con el texto de la cuña, y en cuanto le dieras al botón de grabar, dirigías la mano que te había quedado libre para llevarla hasta el botón de cremallera de tu mesa de mezclas.

Había que concentrarse en subir y bajar la música cuando lo indicara el guión y medir el tiempo de duración a ojo. ¿Cómo los locutores de aquella época podíamos hacer tantas cosas a la vez?

Todavía conservo algunas cuñas de aquella época en cintas de cassette que espero digitalizar cuando el tiempo y el trabajo me lo permitan.

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