La música para vídeos
Elegir la música para un vídeo no es una tarea fácil, los que trabajamos en la producción de audio sabemos de la importancia que tiene este elemento comunicador de primer orden, capaz de subrayar conceptos, crear climas, espacios y ambientes.
La música puede crear un clima de “dulce armonía” o aportar a un vídeo mayor dinamismo. Quiero incidir en este último punto, algunos vídeos pecan de estar perfectamente articulados en cuanto a estructura de imágenes, secuencias bien planificadas y elegidas, grafismo correcto, un excelente guión, sin embargo la música parece haber pasado a un segundo plano, donde simplemente se nota “que está” pero parece no formar parte de la historia que se trata de contar.
El primer aspecto que destacaría, como algo a mejorar, es que en muchos vídeos se abusa del uso de la misma pieza musical prácticamente hasta que ésta termina, o en el peor de los casos se usa esa única pieza a lo largo de todo el vídeo. Con ello, no sólo se corre el peligro de convertir el vídeo en algo monótono, sino de restarle dinamismo y capacidad de brillar allá donde más lo necesita.
A todos nos puede gustar más un color que otro, pero la mezcla de colores es lo que hace que exista una mayor dinámica ante lo que vemos y un mayor contraste visual. Con la música ocurre exactamente lo mismo, la música puede ayudar enormemente a pasar de un estado de narrativa pausada, a un estado que requiere una mayor solemnidad. ¿Por qué no usar tantas piezas como estados queramos crear?
La mezcla correcta de distintas piezas musicales hará que un vídeo obtenga mayor dinamismo. Utilizando bien la música, podemos conseguir que el que visualiza el vídeo se mantenga atento al mensaje, aumentar su grado de curiosidad y crearle una cierta tensión ante el acontecimiento que está a punto de presenciar.
La música para un vídeo corporativo de una empresa que quiere ofrecer una imagen seria de sí misma, no tiene porque consistir en sonido de violines, se puede querer dar una imagen seria “pero elegante” o seria pero “vanguardista”. Hay miles de piezas musicales en el mercado clasificadas por géneros, texturas o emociones, lo esencial es saber elegir.
La importancia de la mezcla de las distintas piezas musicales es otro factor que destacaría como algo que algunas veces no se cuida demasiado. Para hacer una transición de una pieza musical a otra no se trata sólo de hacer un fade-out seguido de un fade-in, sino de saber “donde y como” hacerlo. Toda pieza musical tiene una métrica, un tempo, hay que aprender a escuchar donde es el punto idóneo para afinar la mezcla, con ello ganaremos en armonía.
Como último aspecto, quiero referirme a la importancia que tiene el nivel al que ha de mantenerse la música. En algunos vídeos, sobre todo los que incorporan una locución, a veces la música parece estar siempre al mismo nivel, es decir, casi siempre unos decibelios menos por debajo de la voz. No está presente de forma más absoluta en aquellos espacios en los que el locutor establece una apreciable pausa en su narración.
Las secuencias de un vídeo no son estáticas, la voz del locutor interpreta y aporta a la narración muchos matices distintos, la música también tiene que ser un elemento presencial que debe no sólo apoyar a la imagen, sino quizá a la última sentencia del párrafo que acaba de relatar la voz del locutor, déjala que fluya.
La música puede crear un clima de “dulce armonía” o aportar a un vídeo mayor dinamismo. Quiero incidir en este último punto, algunos vídeos pecan de estar perfectamente articulados en cuanto a estructura de imágenes, secuencias bien planificadas y elegidas, grafismo correcto, un excelente guión, sin embargo la música parece haber pasado a un segundo plano, donde simplemente se nota “que está” pero parece no formar parte de la historia que se trata de contar.
El primer aspecto que destacaría, como algo a mejorar, es que en muchos vídeos se abusa del uso de la misma pieza musical prácticamente hasta que ésta termina, o en el peor de los casos se usa esa única pieza a lo largo de todo el vídeo. Con ello, no sólo se corre el peligro de convertir el vídeo en algo monótono, sino de restarle dinamismo y capacidad de brillar allá donde más lo necesita.
A todos nos puede gustar más un color que otro, pero la mezcla de colores es lo que hace que exista una mayor dinámica ante lo que vemos y un mayor contraste visual. Con la música ocurre exactamente lo mismo, la música puede ayudar enormemente a pasar de un estado de narrativa pausada, a un estado que requiere una mayor solemnidad. ¿Por qué no usar tantas piezas como estados queramos crear?
La mezcla correcta de distintas piezas musicales hará que un vídeo obtenga mayor dinamismo. Utilizando bien la música, podemos conseguir que el que visualiza el vídeo se mantenga atento al mensaje, aumentar su grado de curiosidad y crearle una cierta tensión ante el acontecimiento que está a punto de presenciar.
La música para un vídeo corporativo de una empresa que quiere ofrecer una imagen seria de sí misma, no tiene porque consistir en sonido de violines, se puede querer dar una imagen seria “pero elegante” o seria pero “vanguardista”. Hay miles de piezas musicales en el mercado clasificadas por géneros, texturas o emociones, lo esencial es saber elegir.
La importancia de la mezcla de las distintas piezas musicales es otro factor que destacaría como algo que algunas veces no se cuida demasiado. Para hacer una transición de una pieza musical a otra no se trata sólo de hacer un fade-out seguido de un fade-in, sino de saber “donde y como” hacerlo. Toda pieza musical tiene una métrica, un tempo, hay que aprender a escuchar donde es el punto idóneo para afinar la mezcla, con ello ganaremos en armonía.
Como último aspecto, quiero referirme a la importancia que tiene el nivel al que ha de mantenerse la música. En algunos vídeos, sobre todo los que incorporan una locución, a veces la música parece estar siempre al mismo nivel, es decir, casi siempre unos decibelios menos por debajo de la voz. No está presente de forma más absoluta en aquellos espacios en los que el locutor establece una apreciable pausa en su narración.
Las secuencias de un vídeo no son estáticas, la voz del locutor interpreta y aporta a la narración muchos matices distintos, la música también tiene que ser un elemento presencial que debe no sólo apoyar a la imagen, sino quizá a la última sentencia del párrafo que acaba de relatar la voz del locutor, déjala que fluya.
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